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domingo, 10 de abril de 2016

CALENTAMIENTO GLOBAL: OBRA DESTRUCTIVA DEL HOMBRE

CALENTAMIENTO GLOBAL: OBRA DESTRUCTIVA DEL HOMBRE
¿Es posible mitigar el daño ambiental que las sociedades de consumo causan al planeta, concientizando u obligando a la industria a usar en la elaboración de sus productos, bienes o servicios materias primas y recursos renovables  que no atenten contra el medio ambiente? 
En la actualidad el ser humano a través del avance tecnológico ha ido creado una sociedad altamente consumista que nos obliga sin darnos cuenta a llenar nuestras despensas de una cantidad inimaginable de productos que consideramos indispensables para vivir pero que en realidad son fruto de nuestra falsa idea de necesidad. Lo complicado de esta situación es que todos estos productos "necesarios" son elaborados de una forma poco controlada y sin los estándares mínimos de conservación del medio ambiente, porque lo que en la actualidad importa realmente es el afán del consumo, los bajos costos de producción y la obtención de un lugar importante en el mercado global para ser tenidos en cuenta en los sistemas políticos y económicos actuales del mercado.
Este afán desenfrenado de hacer parte de una economía que cada vez va más en decadencia difícilmente podrá ser detenido y como resultado lo único que estamos obteniendo es el aumento significativo de la hambruna, el desplazamiento, la propagación de la pobreza y aún más terrible, la desaparición de la humanidad, que sin darnos cuenta se debe en gran parte a un cambio climático que ha tomado un curso y velocidad sin precedentes en la historia universal del planeta tierra.
Entre los factores más representativos que están afectando el cambio climático se encuentran: primero, el avance de la tecnología y la industrialización, para la explotación y transformación desmedida de materias primas, en la mayoría de los casos, recursos no renovables, con el único objetivo de satisfacer el bienestar general, todo a nombre de las "necesidades" humanas. 
Segundo, la dependencia que se ha generado por obtener y acumular riquezas, abriendo el paso al surgimiento de las denominadas, clases sociales, en las que reina  el “entre más se tiene" más clase y poder se obtiene y se demuestra”. 
Tercero, la falta de ética, que muestran las grandes industrias, al desconocer y dar la espalda, a la implementación de nuevas tecnologías que permiten mitigar el daño ambiental causado por la comercialización y producción de productos a gran escala.
Un ejemplo claro de esto se puede observar en los vehículos que funcionan con combustibles derivados del petróleo. Sin lugar a duda, un gran avance que contribuye al desarrollo de las sociedades, sea automóvil, bus, camión, motocicleta, barco u avión. Pero la falta de conciencia y el falso pensamiento, de necesidad descontrolada ha degenerado la base inicial para lo que fue construido, volviéndose simplemente una cuestión de estatus social con la compra desmedida sin una conciencia ecológica o ambiental. Y, es que políticamente, nacemos y damos por sentado en la mayoría de los casos, que todo está hecho, todo ha sido inventado y funciona de forma correcta. No hay de qué preocuparnos, menos, si nos dicen que la tecnología, es la salvación y respuesta a los acontecimientos adversos que puedan llegar en un futuro a afectar nuestras vidas.
Actuamos y convivimos conformes con todo lo que ocurre, una forma de vivir fisiócrata, en la que cada día aplicamos el “Laisser faire, laisser passer” en lo que concierne al medio ambiente y al mismo tiempo nos vanagloriamos de ser la cúspide de la civilización, los pioneros de la era globalizada, donde el mensaje de mayor importancia que se transmite, es ignorado y opacado por causa del nuestro conformismo, avaricia y egoísmo. Mientras los líderes de los países que se encuentran en la cúspide de la industrialización y que ostentan grandes poderes, que determinan el rumbo de toda la humanidad, se reúnen para discutir, sancionar e intentar corregir las malas actuaciones y acciones, con las cuales hacemos daño a nuestro planeta, aun siendo sociedades “civilizadas”, no pasa de ser una reunión más, en la que no se plantean soluciones relevantes ni de gran impacto, en la misma franja informativa de las noticias sobre la preocupación y los planteamientos que surgen de dichas reuniones, para que todo siga su cauce normal, se envía, un contradictorio mensaje, que nos lleva a entregamos a una especie de frenesí de consumo económico.
El mensaje es simple, “no uses tu carro, usa bicicleta”, pero, “si llegas en el nuevo Renault, no importa a donde te dirijas, será mucho mejor…” es más, no te preocupes por el medio ambiente, pues este súper transporte posee tecnología de última generación, certificado EURO6, que reduce las emisiones de gases tóxicos y es amable con el medio ambiente. Pues bien, resulta ser más irónico de lo que en realidad parece, pues, la tecnología de motores para vehículos de uso diario, con cero emisiones de dióxido de carbono y otros gases contaminantes, existe, se ha probado y es una realidad, es un éxito. Sin embargo, aunque ya hay ciertas marcas de vehículos, que aplican esta tecnología, las grandes industrias, siguen produciendo, vehículos que funcionan a gasolina, en lo que considero es un acto que atenta en contra de la ética profesional, la moral y la vida humana.
Ahora bien, existen procesos sociales, que permitirían contribuir con la mitigación del impacto ambiental negativo del hombre. Allí surgen ideas como por ejemplo la organización que se debe dar a las urbes. No es algo diferente al orden que debe tenerse en casa, poner todo en su lugar, reciclar, ahorrar agua, luz etc. Son procesos que si se llevan a gran escala, contribuirían notablemente al esfuerzo de conservar y cuidar la naturaleza. 
Para incentivar el uso de vehículos como la bicicleta, debemos tener en cuenta, que deben existir vías compatibles con esta herramienta, que las distancias deben ser prudentes, entre otros factores. Para desestimular el uso del automóvil, debe brindarse la opción de un transporte alternativo, que sea eficaz, seguro, confiable y sobre todo, cómodo y amable, pues el hecho de ser eléctrico, por si solo, no garantiza el uso por parte de los ciudadanos. Pero lo anterior ya se sabe. Un cambio radical, que debe presentarse de inmediato y que no da más espera, consiste en exigir a las grandes industrias que apliquen las tecnologías existentes, a todos sus procesos. La explotación, con maquinaria que no contamine. Motores eléctricos, perforadoras, sistemas de iluminación basados en la energía eólica o solar, sistemas de recolección, conservación y purificación de aguas lluvias, producción de bienes que no sean desechables, un protocolo que asegure que cada gramo de material que sea usado para la construcción de un producto que sale al mercado, pueda ser reciclado, de ser necesario
En conclusión, si es posible mitigar el daño ambiental que las sociedades de consumo causan al planeta, siempre y cuando las sociedades, se exijan y tomen conciencia sobre la importancia que tiene sembrar y preservar valores, que giren en torno al cuidado, manejo eficiente, ético y correcto de nuestro entorno, visto no solo como un presente, si no como un futuro, pues debemos recordar siempre, que la tierra, no la heredamos de nuestros padres, si no que la tomamos prestada de nuestros hijos.

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